19/6/09

La vergüenza nos temblaba en la voz


Se me antojaba distinta, desconocida, pero aún reconocía sus ojos. Unos ojos rodeados de misterio, de intriga, y de teatro. Se dibujaba como una llama lejana, que me templaba en la distancia a través de su mirada. Dio un paso al frente al tiempo que sus labios, fríos y rosados dejaban pasar el aire entre oscuridad y miedo. No dijo nada, solo miraba. Mis ojos se encontraron con los suyos. Establecimos una especie de duelo sinsentido que llevamos a lo absurdo.

No me había reconocido. Los años habían dejado su marca en nuestros rostros y el castigo de la vida había dejado las heridas. Heridas que aún a día de hoy latían sin piedad en nuestros corazones. Un cálido frescor recorrió la habitación y llegó hasta mi cuerpo que yacía en la penumbra. Me abrazó. Noté como sus lágrimas caían en mi hombro. No dijimos nada, el tiempo nos hizo callar como cobardes lo que un día no defendimos. La vergüenza nos temblaba en la voz.


1 comentario:

  1. Es tuyo? Vaya, resulta que ahora vas a ser un literato en potencia y yo sin sacarle jugo a esa faceta!!!

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